Un estudio de investigación demuestra que la última Pequeña Edad de Hielo fue precedida de un calentamiento global

pequeña edad hielo

Un estudio de investigación demuestra que la última Pequeña Edad de Hielo fue precedida de un calentamiento global.

Esta subida de la temperatura global del Planeta que dio lugar a uno de los períodos más fríos de los últimos milenios, tuvo su cénit en las regiones del Atlántico Norte.

¿Qué fue la Pequeña Edad de Hielo?

La Pequeña Edad de Hielo, fue el último período muy frío del planeta que abarcó desde comienzos del s. XIV hasta mediados del XIX.

Tuvo lugar tras era muy cálida, conocida como Óptimo Climático Medieval.

Para la comunidad científica, se estima que la Pequeña Edad de Hielo comenzó repentinamente entre los años 1275 y 1300 d.C.

La persistencia de veranos fríos tras las erupciones, se explica por la posterior expansión del hielo marino, junto con un debilitamiento de las corrientes del Atlántico relacionadas.

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Un tiempo muy adverso para la población de la época

Los historiadores de la época recogen que esa etapa fue responsable de malas cosechas, hambrunas y pandemias en toda Europa, provocando la miseria y la muerte de millones de personas.

La investigación confirma que sucedió tras un Óptimo Climático Medieval

Esta nueva línea de investigación se centra en qué ocurrió antes de la Pequeña Edad de Hielo.

Y como habían indicado otros trabajaos, este grupo de científicos de la Universidad de Massachusetts Amherst se decantan porque el enfriamiento fue provocado por un episodio inusualmente cálido, con ciertas similitudes atmosféricas al actual.

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Reconstruyendo el clima de hace 3.000 años

Los investigadores reconstruyeron el clima de una época de 3.000 años atrás, analizando las temperaturas de la superficie del mar del Atlántico Norte.

Ellos observaron un cambio notable de sus aguas, pasaron a ser muy cálidas a fines del 1300 a tener unas condiciones frías sin precedentes a principios del 1400 ¡en tan solo 20 años!

¿Cómo hicieron el estudio?

Para ello, analizaron diversos registros marinos detallados relacionando una transferencia de agua cálida hacia el norte anormalmente fuerte a finales del 1300, la cual alcanzó su punto máximo alrededor de 1380.

De esta forma, las aguas al sur de Groenlandia y los mares nórdicos se volvieron mucho más cálidas de lo habitual.

Es decir, si lo normal es una transferencia de agua cálida desde los trópicos hacia el Ártico (circulación de vuelco meridional del Atlántico o AMOC) en este caso esta corriente se fortaleció significativamente

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Esto implicó que mucha más agua caliente de lo habitual se desplazara hacia el norte, lo que a debilitando rápidamente la banquisa ártica.

En pocos años, a finales del 1300 y principios del 1400, se arrojaron grandes cantidades de hielo al Atlántico Norte, lo que no solo enfrió las aguas del Atlántico Norte, sino que también diluyó su salinidad, lo que finalmente provocó el colapso de AMOC.

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Similitudes con el calentamiento actual

Los investigadores ven cierta similitud con el presente. Durante los años sesenta y ochenta del siglo XX hubo un rápido fortalecimiento de AMOC, que se ha relacionado con una presión atmosférica muy alta sobre Groenlandia.

Por ello, estiman que estamos ante la misma situación atmosférica ocurrió justo antes de la Pequeña Edad del Hielo. Pero, desconocen qué pudo desencadenar ese persistente evento de alta presión en la década de 1380.

Tuvo que suceder algo más

La investigación ha podido encontrar un dato más para que tuviera lugar tal cambio climático, cuya respuesta parece encontrarse en los árboles.

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Una vez que los investigadores compararon sus hallazgos con un nuevo registro de actividad solar, revelado por isótopos de radiocarbono conservados en anillos de árboles, descubrieron una actividad solar inusualmente alta a fines del 1300.

Algunas cuestiones sin respuesta para la nueva Pequeña Edad de Hielo

Esta actividad solar facilitó un centro anticiclónico persistente sobre Groenlandia. Y al mismo tiempo estaban ocurriendo menos erupciones volcánicas en el planeta, por lo que había menos cenizas en el aire.

La atmósfera más limpia implicaría que la Tierra, respondiera mejor a los cambios en la producción solar y el efecto de la alta actividad solar en la circulación atmosférica en el Atlántico norte fue particularmente fuerte.

Sin embargo, ahora hay mucho menos hielo marino en el Ártico debido al calentamiento global, por lo que es poco probable que ocurra un evento como el de principios del siglo XV, que involucre el transporte de hielo marino.

En cambio, sí se detecta una importante acumulación de agua dulce en el mar de Beaufort (norte de Alaska). Un incremento que ha aumentado en un 40% en las últimas dos décadas.

Ese aporte al Atlántico norte subpolar sí que podría tener un fuerte impacto sobre la circulación oceánica, junto con los centros anticiclónicos persistentes sobre Groenlandia en verano, que están siendo más frecuentes en las últimas décadas.