La feroz granizada que tuvieron que soportar los ciclistas del Criterium del Dauphiné, en Francia, nos ha traído el recuerdo de otros episodios espectaculares que han tenido lugar en los últimos años.
No cabe duda de que el granizo, sobre todo cuando las piedras son muy grandes, es uno de los meteoros más dañinos.
Mientras hacemos un repaso a distintas granizadas épicas, os explicamos a continuación por qué se forman estas piedras de hielo incluso en los meses de verano.
Muy difícil de pronosticar su tamaño
El granizo ocurre típicamente durante tormentas severas, que producen corrientes ascendentes fuertes y sostenidas. Los vientos sostienen las piedras de granizo el tiempo suficiente para crecer en temperaturas bajo cero altas en la atmósfera.
Pero predecir el tamaño del granizo sigue siendo un desafío para los meteorólogos.
Cómo se forma el granizo
Cuesta trabajo pensar cómo estas enormes bolas de hielo pueden permanecer en la atmósfera un tiempo, formándose y creciendo, antes de caer al suelo, momento en el que lógicamente pueden causar daños materiales y personales importantes.
El proceso es complejo, intervienen muchas variables y por ello es tan difícil ver granizadas importantes.
El núcleo de condensación
El granizo, o pedrisco si alcanza un gran tamaño, se forma a partir de núcleos de condensación, de igual modo que otros hidrometeoros.
Estos núcleos de condensación pueden ser muy variados, tales como partículas de polvo, carbonilla, otras diminutas gotitas de lluvia congeladas, hojas, o incluso un insecto puede servir de núcleo de condensación.
Así, cuando gotas de lluvia en estado de subfusión chocan con estos elementos, se convierten en hielo de forma automática, dando comienzo el proceso de formación del granizo.
Según nuevas gotas subfundidas van chocando con el embrión de granizo, éste va adquiriendo tamaño en un proceso que se denomina acreción.
Se forman capas, como una cebolla
El aspecto de capas (como una cebolla) que presentan a veces las piedras de granizo se debe a las diversas fases que atraviesa dentro de la nube, interviniendo en el proceso de acreción gotas subfundidas de diferentes tamaños.
O incluso debido a ascensos y descensos dentro de la misma nube tormentosa, sufriendo procesos de fusión parcial o congelación de gotas de lluvia líquida con temperatura por encima del de congelación (capas claras o transparentes), nueva congelación y adición de nuevas gotas subfundidas (capas blancas).
Peso, humedad, nivel de congelación…
A la vez que el granizo crece, su peso aumenta. Por lo tanto, las corrientes ascendentes que dan vida a la tormenta tienen que ser lo suficientemente intensas como para que la piedra de granizo, debido a la fuerza de la gravedad, no caiga hacia la superficie terrestre.
Por lo tanto, el pedrisco de mayor tamaño se forma en tormentas con corrientes ascendentes muy violentas, y esto sólo sucede con tormentas severas.
Es necesario, asimismo, que el nivel de congelación (isoterma de 0ºC) no se encuentre muy alta.
De este modo, cuanto más bajo esté, más tiempo permanecerá la piedra de granizo con una temperatura por debajo de la de congelación del agua, y más grande podrá hacerse.
Bajo esta primera condición, una gran cantidad de humedad y por tanto de agua precipitable también va a ayudar a la génesis de granizo.
La necesaria presencia de aire seco en altura
Y un tercer elemento básico que interviene en la formación del pedrisco son los estratos de aire seco que, si penetran en una tormenta bajo condiciones adecuadas de cizalladura, provoca fenómenos de evaporación que enfría el ambiente, ayudando a que el punto de congelación esté más bajo.
El análisis de los radiosondeos
Los radiosondeos tienen una gran importancia, a la hora de predecir este tipo de fenómenos, especialmente al poderse detectar inestabilidad atmosférica, cómo se distribuye la humedad a lo largo del perfil atmosférico, y cuál es el perfil de viento en toda la capa (cizalladura, tanto direccional como de velocidad).
Un efecto colateral de la intrusión de aire frío en una tormenta, es el de aumentar la potencia de las corrientes descendentes, haciendo que se abran de forma literal, auténticas cascadas de granizo desde las nubes de tormenta, ya que estos reventones ayudan a arrastrar en un ambiente frío al granizo formado en el seno de la tormenta.
Veamos un ejemplo: en el radiosondeo que se adjunta, se detecta la presencia de aire seco a partir de niveles medios, así como una atmósfera muy inestable y con cizalladura direccional.
Existe una capa de inversión térmica a la altura de 800 hPa aproximadamente, pero, siendo rota por algún mecanismo de disparo adecuado (un accidente orográfico, un fuerte calentamiento superficial…), la convección profunda y organizada está garantizada.
Así es, en efecto, en aquella jornada, se formaron numerosas supercélulas a lo largo de un frente cálido en Iowa, que rompieron esa tapadera (expresada a través del parámetro CIN).
En resumen…
Por lo tanto, una vez explicado el proceso de formación de pedrisco, sabemos que, básicamente, una tormenta debe de ser muy intensa para que sea capaz de generarlo. Cuanto más intensa y organizada, más probabilidades tendremos de que se produzca granizo, especialmente a finales de primavera, verano y comienzos del otoño.
Un correcto balanceo de estos ingredientes en la ecuación, es la que conduce a los distintos tipos de tormentas de granizo que conocemos: bien pedrisco muy grande, que cae de forma aislada primero sin lluvia, y después como un auténtico bombardeo…, granizo más menudo, pero cae en enormes cantidades, generando importantísimas acumulaciones.
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