borrasca Ciara
Imagen visible y falso color RGB adquirida por el satélite TERRA (sensor MODIS, canales 3-6-7). Borrasca «Ciara», nombrada por el Servicio Meteorológico Británico Met – Office. 8 de febrero de 2020.

La impresionante ensaimada nubosa que se observa en la imagen superior se corresponde con la estructura central de la borrasca «Ciara». Ayer alcanzaba unos impresionantes 929 hPa de presión mínima en su centro. Su organización nubosa, con cierta convección cerca de un centro con semejanza a un ojo, le convierte en un auténtico ciclón ártico.

Ha sido nombrada por el Servicio Meteorológico Británico, Met Office, por dar lugar a toda una serie de fenómenos meteorológicos adversos. Especialmente por vientos muy intensos, con rachas huracanadas, y enorme temporal marítimo. Está afectando a diversos países de la Europa Noroccidental, y también lleva implicado otro fenómeno: una Corriente en Chorro Polar en cuyo seno los vientos están batiendo récords de velocidad.

¿Qué es un ciclón polar, ciclón ártico o huracán ártico?

Más allá de las aguas tropicales, donde se forman las tempestades tropicales y huracanes que todos conocemos, hay otras zonas oceánicas mucho más frías en donde se dan procesos termodinámicos muy similares.

Se trata de las frías aguas del Atlántico Norte más septentrional o incluso en el Océano Ártico. Se trata de sistemas de baja presión en los que los procesos de profundización y apariencia a vista satelital, son muy similares a los correspondientes con sus primos lejanos de las aguas tropicales.

Imagen visible del ciclón ártico al suroeste de Islandia, 5 febrero 2016. Crédito: Oficina Meteorológica Islandesa.

Precisamente, hace ahora 4 años, hablábamos de un caso muy llamativo al suroeste de Islandia. Ocurre que, en ambos tipos de ciclones, los procesos de profundización vienen alimentados por la liberación de calor latente producido por la convección central. Lógicamente, las proporciones varían. Son mayores en los ciclones tropicales que en los árticos. Además, los primeros son sistemas profundos (se extienden por toda la vertical de la atmósfera) y los segundos, más someros y de eje vertical inclinado.

¿Borrasca «Ciara» o temporal «Ciara»?

Nos hacemos la misma pregunta que nuestro amigo Ángel Rivera, Meteorólogo jubilado de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), quien recientemente ha publicado en su blog un artículo con ese mismo título.

Como ya he mantenido en alguna otra ocasión si se estima que por motivos de una mejor comunicación debe ponerse nombre a algunas situaciones de tiempo adverso, creo que es mejor que se refiera al temporal en sí (delimitado quizás por los periodos de vigencia de avisos naranjas y/o rojos) y no a una borrasca concreta, de modo que no se siga hablando de ella cuando ya se encuentra a miles de km de distancia o incluso haya desaparecido tal como ocurrió en el pasado temporal mediterráneo de enero atribuido a «Gloria».

Ángel Rivera, «¿Borrasca Ciara… o temporal Ciara?»

Estamos totalmente de acuerdo en que, dado que el impacto de una borrasca está producido por FMAs que se dan, o suelen dar, lejos de su centro y sobre amplias áreas de muchos kilómetros cuadrados, sería preferible dar nombre al temporal que a la borrasca en sí.

Vientos a 425 km/h en el seno del Chorro Polar.

Chorro Polar
Velocidad del viento y líneas de flujo al nivel de 200 hPa. Análisis del modelo meteorológico GFS / NCEP para el 8 de febrero de 2020, 06 UTC.

A pesar de lo meandrizado que encontramos al Chorro Polar, que incluso entra en fuerte interacción con el chorro subtropical, el viento en su seno ha alcanzado velocidades increíbles.

Sacando el radiosondeo simulado en la zona en donde se observan los vientos más intensos, se descubren vientos a nada menos que 425 km/h, desplazándose de oeste a este. No obstante, hace dos años, hablábamos de un Chorro Polar en cuyo seno se desarrollaron vientos de 420 km/h, cerquita de los valores máximos alcanzados en las últimas horas.

Han habido vuelos transatlánticos que han alcanzado velocidades de 821 mph (unos 1303 km/h), al verse sumergidos en esta poderosísima Corriente en Chorro Polar. Esto significa que esos vuelos alcanzando velocidades superiores a la velocidad del sonido. Tremendo.

Con tales velocidades, no es difícil creer que, un vuelo Nueva York – Londres se haya realizado en tan solo 4 horas y 56 minutos. Desde luego, el ahorro de tiempo y de combustible, usando estas autopistas atmosféricas, es alucinante.

Los comportamientos anómalos de las Corrientes en Chorro comienza a haber consenso en que el Cambio Climático y el Calentamiento Global, tienen mucho que ver en ellos. Hace ya tres años publicamos información al respecto.

Vientos excepcionales también en superficie.

Los mapas de índice EFI o de rareza de un fenómeno determinado, son muy llamativos hoy para diversos países de Centroeuropa. De hecho, las zonas abrazadas por la isolínea de valor por encima de 1, son aquellas en que los vientos pueden alcanzar velocidades récord en superficie. Así que oiremos y veremos en las noticias, los múltiples daños y el caos que están y van a seguir originando en las próximas horas.