La dinámica atmosférica sobre esta parte del Hemisferio Norte, comprendida entre Norteamérica y Europa, no deja de darnos sorpresas cada día. Esta vez, con la formación, en el día de ayer, de todo un señor huracán ártico. Se formó entre el Mar de Barents y el Mar de Noruega. Enseguida, muchos habréis pensado: «¿cómo se va a formar un huracán en aguas que están casi congeladas?»
Pues es muy fácil. No sólo en aguas tropicales se forman sistemas de baja presión en los que sus mecanismos termodinámicos están basados en la liberación de calor latente. También en aguas tan frías, como las de mares y océanos dentro del Círculo Polar Ártico, pueden formarse sistemas de baja presión con estas singularidades, aunque no se traten de auténticos ciclones tropicales, lógicamente.
¿Qué es un huracán ártico o ciclón ártico?
El interés de este tipo especial de sistema de bajas presiones radica en que su patrón nuboso guarda una gran semejanza con el que suelen presentar los ciclones tropicales. Convección más o menos profunda y organizada en forma espiral, y formando incluso un anillo que casi rodea a una zona libre de nubosidad que adquiere forma de «ojo». Por eso se les llama huracanes árticos, aunque no deben ser confundidos con los ciclones tropicales de latitudes muchísimo más bajas, y asociados a masas de aire muchísimo más cálidas y húmedas.
Pero, sin embargo, estos vórtices convectivos a nivel de la mesoescala se forman sobre aguas muy frías de altas latitudes. A pesar de todo, en estas estructuras gobiernan mecanismos igualmente similares a los de los ciclones tropicales en cuanto a la importancia de la liberación de calor latente por la convección engendrada en la masa de aire tan inestable que portan consigo.
Liberación de calor latente, el denominador común con sus «primos» tropicales.
Como siempre, en estos casos, echamos mano de los diagramas de fase correspondientes al ciclón. Se observa la formación de un núcleo cálido de una cierta profundidad en el perfil atmosférico, y tendencia a ser simétrico.
A diferencia de sus «primos» tropicales, el núcleo cálido queda relegado a niveles cercanos a la superficie, y no se extiende tanto en la vertical como en los ciclones tropicales verdaderos.
El dato más sorprendente, o no tanto, es la temperatura de las aguas donde estaba localizado: tan solo comprendida entre +2ºC y +5ºC, cuando los ciclones tropicales se forman sobre aguas que suelen estar, como mínimo, a +24ºC o +26ºC (con excepciones, claro).
Lo que ocurre es que, las masas de aire en esas latitudes, pueden llegar a estar tan sumamente frías, que la diferencia de su temperatura con la de las aguas es suficiente para producir la inestabilidad atmosférica necesaria para su formación.
En el centro de la baja, el modelo analiza una presión mínima estimada de unos 986 hPa. Casi la equivalente de un huracán de categoría 1 en la escala de Saffir Simpson.
Te dejamos un enlace a un caso del pasado, al norte de Escocia, en las Islas Hébridas. O este, de otro ciclón ártico, esta vez en Islandia.
¡La Meteorología no deja de sorprendernos estos días!
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